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PERVERSIONES CULTURALES

Pedro Lavado Paradinas
Profesor de Arte del Centro de UNED en Madrid. España
Resumen:

El éxito creciente de las exposiciones artísticas, históricas o conmemorativas empieza a convertirse en un factor “perverso” de nuestra cultura. Todos, pequeños y grandes, se apuntan al carro de las exposiciones, sean Obispados, Bancos y entidades de ahorro, empresas comerciales o multinacionales. Lo cierto es que algunas marcas de éxito como las Edades del Hombre, la Luz de las Imágenes y las Conmemoraciones Estatales u otras han perdido el Norte. Los discursos expositivos, los contenidos y el propio mensaje documental dejan paso a grandes fastos, catálogos lujosos e inauguraciones de gran aparato, mientras que la información al público, el papel social  de la exposición y las propuestas o actividades participativas han desaparecido. Se opta por un asentimiento bobalicón o el hecho distintivo de que quien no ha visitado tal o cual exposición, no está al día o no es culto. Los audiovisuales y multimedia se hacen cada vez más escasos, a fuerza de ser propagandísticos y doctrinales. Y como guinda, la comercialización de mil objetos de consumo ha convertido estas exposiciones en un producto más de hipermercado al uso. Y es que “pervertir es trastornar el orden o estado de las cosas, viciar los sentimientos, las costumbres y el gusto...entre otras cosas”. ¿Tenemos o no entonces, “perversiones culturales”?


Abstract:

Cultural Perversions

The increasing success of the artistic, historical or commemorative exhibitions begin to become "a perverse" factor of our culture. All, small and big follow the trend of organising exhibitions, from Bishoprics, Banks and financial institutions, to commercial or multinational companies. The truth is that some successful EXHIBITS like the “Las Edades del Hombre”, “La Luz de las Imágenes” and State Commemorations or others have become disoriented. The messages, contents and its own documentary message open the way to great feasts, luxurious catalogues and inaugurations of great apparatus, whereas the information to the public, the social role of the exhibition and the proposals or participative activities have disappeared. The organisers count on a submissive response from the public or on the fact that if one has not visited such and such exhibition, he is not up to date or he is not cultured. Audio visual and multimedia are becoming increasingly scarce, by force of being propagandistic and doctrinal. And last but no least, the commercialization of thousand objects of consumption has turned these exhibitions into another form of supermarket display. "To corrupt it is to upset the order or state of the things, to vitiate the feelings, the customs and the taste...among other things". Have we or not, then, "cultural perversions"?.


 

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

Sólo de pensarlo entro en un estado febril. Apenas puedo deletrearlo. Una y otra vez vienen a mi cabeza sus imágenes: Atrayentes, generosas, grandilocuentes, bellas... muy bellas. Un querubín con alas me lanza flechas doradas...PER...VER...SIÓN... Una y otra vez vuelve a mi cabeza aquello PER...VER...SIÓN...EX...POS...ICIÓN, luego todo vuelve a su ser. No sé cuál es EXPER...POSVER...ICION...SIÓN. Sube y baja en mi cabeza. Creo que me ha capturado. No podré escapar, estoy en sus manos. ¡Amo laPERVERSIÓN CULTURAL, ME GUSTAN LAS EXPOSICIONES!!...

Soy un poco una persona como todas: trabajo dentro de la Gran Máquina, me siento vigilado y obedezco al Gran Hermano, tomo mi ración diaria de Caja Tonta y compro la oferta del Supermercado. Me gusta meter las manos en el agua o descalzarme en la hierba. Son cosas normales y permitidas. Naturalmente cuando los compañeros de Galería o la Caja Tonta recomiendan, voy a las Exposiciones. Muchas veces no entiendo los títulos, ni llego a captar el mensaje. Quizás yo soy un humano del montón y no llego al pensamiento sublime que me enseña y adoctrina. Debo abrir la boca, asentir, deshacerme en elogios, pero no babear, ni mucho menos decir que no entiendo nada. Eso me costaría problemas y que algún conocido me señalara como heterodoxo o lerdo. Tampoco me gustaría pasar por el calvario anterior: contestatario, revolucionario, hippie, agnóstico o enemigo de la globalización. Ahora todo está bien y debo asistir a mi comunión expositiva.

Ciertamente vivimos un tiempo de éxito creciente en el campo de las exposiciones artísticas, históricas, conmemorativas, catequéticas, doctrinales y de auto bombo. Algo tan sencillo como una exposición ha pasado a convertirse en un  factor “perverso” de nuestra cultura. ¡Qué nadie se engañe!, ya no hay cosas sencillas y directas, tampoco hay naturaleza sin contaminar, ni pequeños salvajes olvidados por nuestra civilización. Aunque la publicidad nos quiera convencer que tomamos productos light y que todos los bios, los des, los anti o los verdes son realidad más allá de esa imagen publicitaria.

 

 

Hoy, todos, pequeños y grandes se han apuntado al carro de las exposiciones. La Iglesia y los Obispos, los Bancos y todas las entidades de Ahorro, las multinacionales y las empresas comerciales de prestigio, ya no sólo patrocinan una exposición, la avalan y dejan limpiar su dinero en esa labor detergente de imagen, que sanea sus deudas fiscales, les convierte en patronos de la cultura, la naturaleza o la marginación  y además permite estar en la primera línea de la cultura. Nadie parece recordar ya, aquello de que exponer, viene a ser sinónimo de exponerse, mostrarse, arriesgarse y que esas muestras viene a ser un dar la cara o tomar partido por un hecho cultural o social.

Han aparecido marcas de éxito en las exposiciones eclesiásticas. Se llaman Las Edades del Hombre, La Luz de las Imágenes, Huellas, Milenio, Contrahuellas, Contradanza, Ver para Creer, Encrucijadas, Tierra abierta o de promisión... A nadie se le escapa, que los que crearon el mensaje hace tiempo que desaparecieron y que nadie controla o pone reflexión a los herederos. ¡Una tan rica y pingüe herencia! ¡Y eso que todo empezó con un pequeño borriquillo prestado!!... Ahora todo es crecer y multiplicarse. Ya nadie sabe lo que hay dentro de la botella de zarzaparrilla o de Coca Cola, la forma y el color es lo que han quedado. De la idea de José Velicia y de José Jiménez Lozano de llevar el mensaje del arte religioso al hombre actual en cuatro momentos: las artes visuales (Valladolid), los documentos (Burgos), las artes sonoras (León) y el arte contemporáneo (Salamanca) se ha pasado a un surtido repertorio turístico religioso que iguala a todos los obispados castellanos y dinamiza turísticamente sus recursos: parroquias abandonadas, arte amenazado por el saqueo y el vandalismo, y da por fin una utilidad a las viejas y enormes catedrales que hace años no se llenaban más que de polvo y goteras. Alguien pensará que eran muy bárbaros los milicianos que hace setenta años convertían los templos en garajes y almacenes o los okupas que en la actualidad demandan un uso social para esos templos abandonados, menos mal que el nuevo profeta de Calvin Klein ha venido a justificar y a “exponer” estos lugares a una nueva demanda : “La catequesis multimedia”. Pequeños acólitos, licenciados de arte, para que no haya sospechas, y grabaciones sonorizadas del padre Meléndez adoctrinan a través de los auriculares a un público sobre la Cruz (Segovia), el Misterio de la redención en sus últimos capítulos (Ávila) o las maravillas de la Inmaculada (Madrid).

 

 

Que nadie piense que soy un ateo recalcitrante y trasnochado. Diré en mi curriculum que trabajé y entendí el mensaje de José Velicia (que en paz descanse) y el dificilísimo y complicado de Jiménez Lozano. Pero ahora han subvertido la realidad eclesiástica y social española y nos llevan a una España de cerrado y sacristía. Es contra lo que siempre clamaron los poetas y los santos. Es terrible. La idea se ha multiplicado por todas las Diócesis españolas. Los catalanes los primeros, Milenio, luego los levantinos con la Luz de las Imágenes y ya no digamos la Rioja. Aquí si que hay que ver para creer. No contentos con embalar la catedral de Calahorra y meter las ovejas trashumantes y la etnografía en la catedral, ahora nos invitan a Nájera a verlo y creerlo. Credo ut intelligam, Intelligo ut credam! (Creo para entender y entiendo para creer).

Cuando hace unos días visitaba la exposición Inmaculada en la catedral de la Almudena en Madrid, para la que se han habilitado, cual túnel del tiempo en oscuridad las naves laterales y girola de la catedral, mientras que la nave central queda paneleada y reservada al culto, me asombraba que nada del mensaje teológico y popular que tanta importancia tuvieron y forman parte de la iconografía concepcionista española estuviera reflejado. Espacios con más de una docena de inmaculadas idénticas y otros con vírgenes medievales que nada tiene que ver con el mensaje completaban la exposición. Pero, ¿y la disputa entre franciscanos y jesuitas sobre los pasos y tiempos en la Inmaculada Concepción de María? Parecía como si se hubiesen olvidado de la historia religiosa y devota. ¿Y esos pueblos que por encima de clérigos y doctrina declararon a María Inmaculada antes del dogma, casos de Mayorga de Campos u Horcajo de Santiago? La verdad es que pensé que lo único que importaba en una exposición era que los devotos o visitantes miraran boquiabiertos esos mil cuadros que se reparten por la geografía mariana española y que aguantaran estoicamente la prédica doctrinal que salía por los auriculares de los cicerones o las audio guías. Que por cierto, eso, al igual que los folletos, guías y recuerdos piadosos y turísticos si que cuesta, frente a la gratuidad de la exposición.

Hoy todos los organismos que se precien organizan exposiciones y a poder ser las producen y venden, cuando antes sólo se trataba de un patronazgo o de una colaboración. Algunas entidades como Cajas de Ahorro, Bancos y Multinacionales lo mismo dedicadas al transporte, que a la automoción, a la industria pesada o a los negocios de bolsa invierten y producen exposiciones que siempre tienen  Sociedades y Fundaciones que se encargan de itinerar y comercializar. Con ello invierten excedentes económicos y no sólo desgravan, sino que consiguen organizar unos equipos incontrolables de patronos, comisarios, asesores, investigadores y demás que son claramente competitivos con la oferta estatal y cultural oficial que nunca tiene la libertad para actuar así y tener dinero directo. Tan sólo las Sociedades Estatales, sea de Centenarios y de Conmemoraciones en el Exterior, dependientes de Agencias que tienen un saneado caudal económico y pocos controles económicos, repiten y multiplican exposiciones en España y fuera de nuestras fronteras, con el reclamo de pasear la cultura española. La pregunta es: ¿por qué no hace esto el anterior Centro Nacional de Exposiciones o su sucesora la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura?

Cierto que no toda la cultura es Bellas Artes o artistas españoles, que puede ser también el libro y el Quijote este año o la danza y la música y otras realidades intangibles de nuestra vida. También pueden ser temas que atañen a la salud o al desarrollo económico o a Europa y la Comunidad Europea, pero ¿quién mejor que aquel que lleva años trabajando en el tema? ¿Por qué, primero fue una creada dirección de Cooperación Cultural y Comunicación la que se encargo y recibió los dineros y poco a poco se hizo con el poder en detrimento de Bellas Artes, el Patrimonio Cultural español y los propios museos españoles? Habría que investigar que razones ocultas había para permitir esto.

Las nuevas Sociedades Estatales que el nuevo gobierno socialista anunció disolver, siguen presentes y dominando el panorama. Sus discursos expositivos, sus contenidos y el propio mensaje documental han dejado paso a la celebración de grandes fastos conmemorativos, por lo general con bastante retraso como se ha demostrado en los anteriores años Dalí o Quijote. Han multiplicado las exposiciones reales sobre casi todos los monarcas españoles y sus centenarios: Felipe II, Carlos V, Felipe V, Austria y Borbones unidos en la muestra de sus objetos de artes decorativas, cuadros y conocidas obras de palacios y espacios cortesanos. Una repetición de lo que ya hace el Patrimonio Nacional y del que nadie sabe como justificar su función a lo largo de años. Porque nunca he entendido que haya un Patrimonio Nacional que no es del Estado y que pagamos todos los españoles, como nunca entendí que la Iglesia española siguiese teniendo un patrimonio que cuidamos y restauramos todos los españoles, pero que encima le sirve para cobrar pingues entradas y no invertir en nada en esas catedrales y monumentos y dejar que se caigan la iglesias seculares y los conventos pobres. ¿Hay o no una redistribución de los fondos y de las necesidades?

Las exposiciones actuales que olvidan su mensaje y contenidos, se cargan de enormes y lujosos catálogos que nadie lee, aunque se compren muchos y la mayoría salgan a la venta en librerías de ocasión al cabo del tiempo. Las inauguraciones son de gran aparato y las autoridades se apretujan por acudir a cortar la cinta, aunque luego a nadie le interese más, porque ya no hay fotos o no está todos los días la televisión. No son exposiciones para gran público y mucho menos responden a la demanda social actual. Olvidan el nivel cultural y adquisitivo de los españoles y de tantos que no lo son, pero que en mayor número cada día trabajan y viven en este país. No existen propuestas de actividades participativas, a no ser las visitas guiadas o las asépticas audio guías. Los audiovisuales o multimedia se mueven según la demanda o la modernidad que se quiera imprimir a esta exposición y lo que de verdad importa es un a respuesta sumisa del público, la respuesta bobalicona y aseverativa de los visitantes que lanzarían las mismas exclamaciones en la torre Eiffel de París o en la inclinada de Pisa y que visitan los mejores museos de Europa y del mundo, sin haber visto los de su propia ciudad  de origen, porque para ello “siempre hay tiempo” y por ello no saben que la mayoría de los objetos que se exhiben en estas muestras proceden de al lado de su casa, lo que pasa que nunca han ido. ¿No sería más fácil llevar al público a los museos establecidos, cuidados y actualizados con  estos gastos expositivos en vez de esta traca de millones y de arquitecturas efímeras que son las exposiciones en nuestro país?

Han creado la perversa idea que quien no ha ido a tal o cual exposición no está al día o no ha visto nada. No puede ser culto, ni tener un nivel adecuado, quien no ha visto la exposición de moda y la “anunciada en televisión”. Y ¡ay si no compras el catálogo o un recuerdito! Así se comercializan objetos, copias, reproducciones y mil objetos inservibles como llaveros, pins, postales, abanicos, pañuelos y alguna joyita para un capricho. La comercialización que es un a oferta cultural adecuada, y un  recurso para una artesanía y talleres a menudo olvidados, se ha comercializado e industrializado. Figuras de plástico chinas, reproducciones sin calidad y detalles, objetos entre lo devoto, lo fetichista y lo populachero. Las tiendas se han convertido en un  Supermercado al uso. Consumo y capricho justifican la demanda, más no un valor añadido y la recuperación de una artesanía valiosa y en trance de desaparecer.

Llegado a este punto urge recapitular entre todas estas perversiones culturales y tratar de diagnosticar algunas tipologías claras y su tratamiento adecuado. Ello me lleva a clasificar entre:

Exposiciones contra natura

Textos en verso, para visitantes perversos

Voyeurismo y pederastia

¿Cómo producir una exposición que fracase? Manual para organizadores.

 

 

Exposiciones contra natura

Dentro de las perversiones culturales, una de las más frecuentes es la que programa exposiciones que aparte de ser un barniz de prestigio trasnochado o un símbolo de poder dominante, son tan sólo un atentado contra natura por su propio espacio expositivo y sus recorridos inverosímiles. Así se explica, que un Museo como el Prado que tiene de por sí el record anual de visitantes y obras de arte en almacenes y en sus salas, para tener de por sí siempre un público nacional y extranjero que no dejarán de abarrotar sus salas, se empeñe en hacer exposiciones temporales que sabe tiene aseguradas en éxito por el nombre de los autores y las otras que vienen, que no por los montajes que a menudo por el espacio expositivo, dentro de las salas del museo, interrumpen los circuitos normales y alteran gravemente la seguridad. Piénsese que significa un sembrado de obras de Manet dentro de la gran galería del Museo del Prado, como para indicar a los visitantes, cual Pulgarcitos perdidos, cuál es el camino a las salas de exposición temporal. ¿Y qué pinta una exposición de Vermeer o de los dibujos de la Albertina de Viena y de Durero en especial en un museo, que ni es capaz de agrupar y organizar sus obras similares o contemporáneas. Imagínense los museólogos lo que suponen las dos circulaciones del Museo confluyendo en un mismo ángulo de 90º, los que visitan las exposiciones temporales y los que van a Velázquez y Goya, como pintores emblemáticos del Museo Nacional del Prado. ¡Una auténtica locura!  Pero a ello se une que el Museo del Prado lleva años sin saber solucionar el problema de la pintura del siglo XIX y no sólo cerrado el Casón del Buen Retiro, sine die, sino en grave peligro de mantenimiento y cayendo los millones y arrastrando todos los presupuestos de los museos españoles a una asombrosa bancarrota, mientras “la patera insigne”, que ya no es “el buque insignia de la cultura española”, hace agua por todos los lados.

Y otro tanto podría decir de esa milla de Oro en que se deshacen las melifluas lenguas de políticos dedicados a la cultura en España. El Centro de Arte Reina Sofía o el Museo Thyssen tiene similares pautas expositivas y gastan  o invierten lo que sería más útil en espacios culturales y expositivos amplios o adecuados que están cerrados y sin uso. O se quedan con la parte del león en el reparto de los museos, mientras que otros museos españoles no pueden casi abrir sus puertas e inaugurar sus salas desde hace años. Pero, dejemos acá el tema de los museos españoles que ésta es otra perversión que si puedo y tengo tiempo, desvelaré en posterior artículo y si no he sido conducido al ostracismo por mis aseveraciones críticas vertidas sobre exposiciones.

 

Textos en verso, para visitantes perversos

Quizás lo mejor de nuestras exposiciones, es lo que anuncia este apartado en el que tengo que agradecer a Gloria Fuertes su versito y en vez de niños perversos, dedicárselo a nuestros queridos visitantes que haciendo gala de la más exquisita perversidad, entre el masoquismo ejemplar y las ansias de placer y disfrute más allá de lo que nos ofrecen, se sumergen en la barahúnda de exposiciones de nuestro panorama cultural, seducidos por cantos de sirena, como son los títulos de algunas exposiciones.

Porque si hay algo verdaderamente importante en una exposición es el título, el nombre que decimos entre los humanos. Basta que le pongamos a un niño un nombre ridículo y desfasado para hacerle un desgraciado en el colegio, la vida laboral y profesional y ser objeto de risas ocultas, burlas o la siempre dolorosa conmiseración. Por ello, el bautismo de una exposición, que suele ser muy importante, se hace de forma rápida y sin contemplar unas mínimas reglas de comunicación. Determinados por los abuelos, los padrinos y cuantos quieren imponer un nombre familiar o histórico, en este caso, los comisarios, investigadores, redactores de la doctrina expositiva y del guión sacan títulos de dos y tres líneas. Como esos artistas y protagonistas de culebrón hispanoamericano que tienen nombres de dos, tres y más compuestos. Pero, si ya lo decía todo el título: “La colección Varez Fisa”, o mejor “Hijos de Crono”...,  y luego dicen que fracasa la exposición. ¿Y “La materia del lenguaje prehistórico. Aproximación al arte mobiliar de la cornisa cantábrica...”? Bueno, y los repetitivos de Tipos y estereotipos, sea para mujeres y fotos de José Ortiz de Echagüe o para objetos y figuras transparente del Museo de América. Es difícil explicar, que lo que necesitamos es una palabra, o a lo más dos.: Coca Cola, Cuba Libre, Gin Tonic... Imaginemos que hubiera que seguir diciendo algo como “un refresco de zarzaparrilla con azúcar y cafeína, mezclados con ron de caña cubano y un poco de hielo y limón”...

 

 

No es sólo, que lo bueno sea dos veces bueno, sólo por el hecho de ser breve, pero si es cierto que algo hace y acompaña. Y si ese título tiene que ver con algo actual, mejor. Recuerdo una exposición en Viena. Sólo la palabra “Turcos”. Aparecía por todos los lados, electrizaba al público y arrastró a visitantes de muchos países europeos. Igual que los Turcos en el siglo XVI aterrorizaron a Europa, ahora en Viena se revivía el recuerdo y el espanto. “Turcos”, así a secas y en un  país lleno de turcos que trabajan de mano de obra sin cualificar. Algo de contraste y atrayente. Imaginemos si alguna exposición se llamase  “Mestizaje”. Hemos tenido varias el año pasado, patrocinadas por la Seacex y otos organismos que mezclan curiosas y pintorescas piezas arqueológicas y otras de arte virreinal que van del pasado prehispánico a una devoción cristiana colonial, pero que nada dicen sobre el problema de mestizaje actual en nuestro país. ¡Cualquiera se pone a tocar eso!

Pues, una exposición es arriesgarse a lo correcto y real. Es atraer y provocar, ser un poco conciencia social y reflejo de nuestro tiempo, nada de exposiciones del siglo XVIII, sobre Felipe V y el arte de los Borbones, “La ilusión de la belleza”, “Torques.

 

 

Belleza  y poder”, “El vaso griego y sus desatinos”, perdón, “destinos”. No sé en qué estaba pensando yo con tanto desatino de títulos: “Un Arte Nuevo para el Nuevo Mundo” y si no volvemos a titular a Picasso, Juan Gris, los Cubistas, los Surrealistas.... Menos mal que algunos títulos nos prometen algo, aunque luego no haya más que unas imágenes buenas y una falta de coherencia en textos, pero si doctrina, que eso no falta nunca: “La Subversión de la Realidad”, “La Gauche divine”, “El ingenuo autodidacta”...

Si como dice el refrán popular, sólo quién tiene buenos padrinos se bautiza, en estos casos vivimos un mundo cultural que recomendaría olvidarse de ese primer sacramento o cambiar de título y religión expositiva.

 

Voyeurismo y pederastia

No pretendo en modo alguno hacer una visión en tomas falsasde las exposiciones que nos surten el panorama español y quizás he hecho más hincapié en algunas cercanas, porque no encuentro justificación en ellas y es generalmente de las que conozco mejor sus pasos, pero podría ser más impertinente y arriesgarme con  otras contemporáneas cuyos nombres y contenidos aún se me escapan. Dejemos ello para ir a dos de las perversiones que caracterizan las exposiciones de nuestro tiempo: el voyeurismo y la pederastia y que me perdonen algunos adeptos a estas aficiones por incluir el panorama expositivo español en tales categorías. Posiblemente cualquier día tendrá que entrar nuestra brigada de protección moral para defender a nuestros sufridos visitantes y  escolares.

No es justo ofrecer una exposición de objetos de arte religioso y someter al visitante a una catequesis obsesiva. Porque algo que hay que recordar y lo dijo el profeta es que hay que dar a “Dios lo que es de Dios y a cada catedral lo que es de cada catedral”. A cada cual según  su condición y medios, nada de obsesionarse con una penitencia continua o con temas desfasados. Nuestro público, por influencia de los reality shows y de los cotilleos del corazón se ha hecho voyeur y cotilla en todo. Le interesa conocer los entresijos de cada cosa, artista, tema de actualidad y si puede haber algo de morbo mejor, por ello no podemos engañarle, como en las viejas películas españolas de gayumbos y suecas retozonas, ni podemos prometerle ver el mundo y la cultura americana o la Luna y reconducirle a nuestras salas de exposiciones, donde debutan los temas de siempre, las españoladas o los reciclados de Hollywood y del mundo europeo. Hay que ser actuales, serios y comprometidos.

¿Y los niños y escolares a los que ahora reconducimos a museos y actividades culturales con o sin profesores? A ellos hay que rescatarles del peligro de pederastia que nos amenaza. Siento ponerme cual padre angustiado, político de la derecha más ultramontana y clérigo trentino. Tampoco se les puede engañar, pues si su entorno trata de música hip-hop, rap y rasta, drogas, graffiti, paro o marginación, si el cine que nos retrata ahora muestra adolescentes con sobredosis de hormonas, buscándose la vida entre la violencia callejera y de las aulas y  pequeños que cambian cada ciertos años de planes de estudio y de programas educativos, la verdad es que tenemos que echar mano a nuestras exposiciones para no engañar y tratar temas de más actualidad: droga, integración y bandas, marginación, preservativos, familia desintegrada o no, futuro laboral y social, planes para el desarrollo en el tercer mundo, voluntariado...

Y nosotros venga con los reyes de los que ni siquiera se saben los nombres y hazañas, con artistas que no pintan muros, ni plásticos, música que no está en la red, ni se puede oír en mp3, costumbres que tienen  más que ver con la casa de la pradera y Marcelino, pan y vino, que con nuestro cada día. ¿Y no pensamos que esto es usar y manipular las mentes infantiles, mucho peor que violentar los cuerpos y su sexualidad?

¿Cuando vamos a pensar en exposiciones y temas reales o de actualidad? ¿Cuándo un Museo como el de América o la Casa de América van a mostrar en vez de las habituales exposiciones de artistas consagrados o de relleno y danzas folklóricas, temas que tiene que ver con los nuevos emigrantes, Bolivia o Ecuador en España y allá, el fin de la dictaduras chilenas y argentina o de la ley de punto final...? ¿Cuándo vamos a conocer algo de esas gentes que viene de la línea subsahariana o del África más negra? Londres era capaz este año de hacer una serie de exposiciones sobre África que con el título de “Africa Remix” alcanzaban las galerías de arte contemporáneo, los grandes almacenes y al gran público. Espero que algún día empiece en nuestro país El Corte Inglés y quizás se unan al carro luego los museos y salas de Exposiciones.

 

 

¿Cómo producir una exposición que fracase? Manual para organizadores.

Y como postre, unas ideas en aluvión para quienes tengan que organizar exposiciones en el futuro:

1.- No se preocupe del nombre o titulo de la exposición, siempre habrá algún padre, padrino o mecenas que querrá prohijar aquello. Busque más un buen catálogo, lleno de artículos sesudos para leer en casa o en la biblioteca. Cuantas más páginas mejor. Nadie compra el catálogo para ver la exposición. Además de cualquier exposición, lo que queda al cabo del tiempo es el catálogo, por lo menos eso dicen los vendedores de papel viejo y de libros de lance, por lo tanto cuanto pese más, más valdrá en ese mercado. Tampoco se preocupe de los medios de comunicación, la prensa o la publicidad. Lo puede hacer dos días antes. Es suficiente para que no se enteren más que los invitados oficiales a los que si invitará con cartulinas exóticas y de diseño, correo personalizado y un cóctel, que luego devoran “los canaperos”, siempre habituales a estas celebraciones y que se enteran , nadie sabe cómo y dónde.

2.- Muchas piezas, objetos y obras de arte. Pídalas cuanto más lejos, mejor y en todo caso ya le dirán el comisario o los responsables de museo de dónde traer tales cosas y como embalarlas o transportarlas. Si piden la luna, mucho mejor, es algo que da prestigio a la exposición. Luego que las condiciones de la sala sean exquisitas: temperatura, humedad, luz, seguridad, circulación... No se preocupe, si por la noche se desconectan estas medidas , lo importante es que la gente vea, y más los correos que traen las piezas, que éstas están incluso mejor que en sus museos, donde muchas veces no tienen, ni han soñado con esas condiciones. Esto es como el sueño que todos tenemos de viajar a las Bahamas o a las Seychelles. Algún día te tocará y entonces hay que aprovecharse, o si no esperar a la jubilación y entonces te vas a Benidorm y a buffet libre. Todo lo que pidan conservadores, restauradores, directores de museos, entre ello billetes de primera, hoteles buenos y céntricos y cajas de alta seguridad. En todo caso, se avisa a los Cuerpos de Seguridad del Estado.

3.- Rótulos y multimedia con efectos atractivos, modernos y de diseño, quizás haya que estirarse un poco para leer los carteles de las vitrinas. No caiga en la tentación de ponerles un ángulo de 90º. La gente va a la exposición para disfrutar, estirarse, retorcerse y cumplir con una gymkhana que le imprime carácter. Pantallas táctiles, ordenadores por doquier, que haga cola para entrar, ver, tocar virtualmente o si se va la línea, no se le ocurra decir que no estaba previsto, basta con echar la culpa a la nueva tecnología, que aún no está muy desarrollada... Ni por un momento tenga la tentación de hacer espacios de descanso y desbloqueo, un área de cafetería o un lugar para charlar sobre lo visto, un libro de comentarios o una encuesta y un seguimiento de personas para ver  como se desarrolla la visita, los tiempos y sacar conclusiones, por si hay una nueva exposición o una itinerancia.

4.- ¿Barreras arquitectónicas y accesibilidad? De eso no hay que preocuparse, los arquitectos y diseñadores siempre cumplen con las normativas vigentes para el acceso de discapacitados físicos, no tanto con  los psíquicos, pues de eso se encarga el comisario y redactor del catálogo, y bueno que decir de niños, ancianos, extranjeros...

5.- Como fin de fiesta, una buena tienda y si se puede un  restaurante y cafetería de lujo. No se preocupe de talleres para escolares, adultos, familias, actividades para los fines de semana o las vacaciones. Al público lo que importa es ordenarlo y coordinarlo, y si quiere extras, que los pague: audio guías, porque no hay quien entienda el mensaje o la idea expositiva, cicerones repetitivos, nada de un artista o dramatizador, ni cuentacuentos o teatro y títeres. Eso es para cosas poco serias. A la exposición se va a aprender y a ser algo más científico y responsable. Pero que me dice Vd. de que en la exposición se oferten libros y objetos culturales que no sean los del comisario y de la casa. Eso es consumismo. ¿Y hacer viajes sobre el tema, otras visitas a museos del entorno o monumentos relacionados con la exposición? Eso es dispersar y olvidar que antes que nada...

            ¡UNA EXPOSICIÓN ES UNA PERVERSIÓN CULTURAL!!!