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MODELOS DE ACTUACIÓN EN LA PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO
Mª Victoria Batista PérezProfesora Titular de Metodología y Didáctica de las Artes Universidad de La Laguna. Islas Canarias. España
A lo largo de muchos años se ha entendido el Patrimonio como algo valioso y que merecía la pena conservar y transmitir a las generaciones futuras. Sin embargo, el modo de entender y valorar el patrimonio ha tenido y tiene hoy en día distintos enfoques.
Se aborda en este trabajo la evolución y coexistencia de varios significados en el concepto de Patrimonio que han generando diversos modelos para su puesta en valor, propiciando múltiples métodos y recursos para su uso instructivo, educativo, cultural, turístico...
Abstract:
Proceeding Modelsin the value place of the cultural heritage
During many years the cultural heritage has been understood as something valuable and it deserved to conserve and to transmit to future generations. However, the way to understand and to value the inheritance has been able and has today diferent focuses.
It is broached in this work the evolution and coexistence of some meanings in the concept of inheritance which have generated some models for its value place, favouring numerous methods and resources for its touristic, cultural, educative and instructive use.
Hablar de Patrimonio supone hablar de herencia, lo que se transmite de una generación a otra. El Patrimonio es la herencia material, pero también es la intangible, precisamente es el "Patrimonio Humano" el transmisor de esa memoria histórica, de tradiciones, usos y costumbres. El Patrimonio puede ser extraordinario o cotidiano, el patrimonio natural y cultural se relacionan en el entorno. Sin embargo, el modo de entender y valorar el Patrimonio ha tenido y tiene distintos enfoques.
LA MUSEALIZACIÓN DEL PATRIMONIO
Tradicionalmente, y a lo largo de muchos siglos el concepto de valoración del patrimonio ha ido ligado a su valor material, por ser objeto artístico, arqueológico, o simplemente estrambótico. Así, diversos objetos materiales se han coleccionado, muchas veces por el puro placer hedonista de atesorar, otras como medio de estudio para su investigación, otras veces como prestigio social, y cuando se crean los museos se pretende su valor instructivo, abriéndose las colecciones progresivamente al gran público.
El coleccionismo está en el origen de los museos, pues los primeros museos se crearon con la intención de salvaguardar el patrimonio y darlo a conocer. Desde nuestro punto de vista, este concepto de museo está en contradicción con lo que debe ser la valorización del patrimonio, el museo descontextualiza al objeto, al arrancarlo de su contexto original. Y lo que es más grave aún, muchos museos se crearon a partir de los botines de guerra en las conquistas, o fueron el resultado de expediciones científicas que arrasaban con todos aquellos especímenes u objetos arqueológicos hallados en las colonias, y así tenemos lugares completamente despojados de su patrimonio material, que se exhibe en los grandes museos de países occidentales.
Museo de Ciencias Naturales de Berna
Con todo, parece que la concepción teórica sobre "museo" ha conocido una evolución significativa. A la idea tradicional de museo como templo sacrosanto que almacena y conserva la herencia cultural de un pueblo va dejando lugar a un museo "vivo" como difusor y promotor de cultura, al menos en teoría. El modelo simbólico-acumulativo originario del coleccionismo tiende a ser sustituido por el comunicativo-didáctico, pasando de la sacralización y adoración estética del objeto, al restablecimiento de su contexto cultural con fines eminentemente educativos.
Pero estando inmersos en un fenómeno en el que la cultura se encuentra dentro de un sistema de mercado, los modelos tradicionales de puesta en valor del Patrimonio en su intención de adaptarse a los modelos culturales vigentes -dentro de una dinámica del espectáculo y medios de comunicación de masas- tienden a una "rentabilidad" inmediata, pero con poca incidencia cualitativa. Lo difícil es una acertada combinación que atienda a las necesidades reales de la sociedad y al uso de los medios de comunicación más adecuados, desde una óptica auténticamente educativa, y no tan solo actuaciones basadas en coyunturas política e intereses económicos.
RELACIÓN MUSEOS-SOCIEDAD: EL VALOR EDUCATIVO DE LOS MUSEOS
Los museos no siempre han estado abiertos a todas las capas sociales. Primeramente, los coleccionistas permitían la entrada únicamente a los eruditos e investigadores que quisieran estudiar sus colecciones. Más tarde, los museos de arte despliegan sus puertas a los artistas para que se perfeccionaran copiando a los grandes maestros y encontraran fuente de inspiración a nuevas obras de arte. Animados por el espíritu nacionalista y educador dieciochesco los museos comienzan a abrirse al público con fines instructivos. Estos museos institucionales están disponibles, no obstante, sólo a ciertos sectores sociales, y no es hasta el s. XIX y XX cuando los museos se descubren finalmente a todo el público. En los museos del siglo XX surgen iniciativas pedagógicas encaminadas a ejercer una labor de divulgación y formación de la sociedad (Morán Turina, 1987).
Si bien el entorno como recurso educativo fue valorado por la llamada "escuela activa", el valor educativo del patrimonio y de los museos en particular tiene sus antecedentes en épocas de la Ilustración. La educación se ha sumado tardíamente a las ya tradicionales funciones del museo y se encuentra relegada a un segundo plano. Su actividad se ciñe a la organización de unas visitas de escolares y sus actividades entran más dentro del plano instructivo, en la adquisición de conocimientos. Suponemos que ello se debe a que aún perduran unos conceptos trasnochados de "enseñanza" y de "museo", donde el fin de una verdadera educación integral que permita desarrollar aspectos como el perceptivo, creativo o lúdico pueden ser considerados "poco serios" para una institución como ésta.
Propuesta de Actividades Didácticas para la Sala de los Oficios Tradicionales del Museo de Historia de Tenerife
La fórmula inicial, que muchas veces se reduce al único interés, de cara a la puesta en marcha de una estructura educativa suele ser la organización de las actividades extraescolares. Pero para desarrollar dichas actividades se suele partir de unos métodos típicamente escolares, en el sentido tradicional del término. La consecuencia de este problema metodológico lo podemos observar en que, por lo general, el museo no conecta con las demandas culturales de la sociedad, o cuando lo intenta, los medios y métodos resultan trasnochados o inadecuados .
LA PERVIVENCIA DEL MODELO DECIMONÓNICO
Hasta ahora, y como dice Donald Mc Michel (1990), la puesta en práctica de la función educativa tiene enormes dependencias y condicionantes sociales, económicos, políticos, etc. y por ello, en la mayoría de los casos el museo no ha avanzado nada a la idea del templo clásico . Aún muchos museos siguen principios decimonónicos: dando más importancia a la calidad y tamaño de sus colecciones y considerando que su misión es instruir a la comunidad sobre el mundo de la naturaleza o las proezas culturales del ser humano, y no se han adaptado ni han reconocido los cambios que se han producido en la sociedad
Además del modelo decimonónico presente en muchos museos, podríamos hablar de otros modelos y otras concepciones que conviven en los museos del presente y que podríamos definir como:
- El museo informativo, cuando se llenan las paredes de rótulos para explicar detalladamente cada una de las piezas, en otro caso se hacen preguntas a los objetos para conocerlos y relacionarlos con otros objetos del presente.
Museo de Albarracin
- El museo aséptico, donde la obra de arte brilla con luz propia sin interferencias para su goce estético.
- E l museo espectáculo , cuando se decide la adaptación de los museos hacia las nuevas necesidades de consumo cultural se crean las grandes exposiciones impactantes y masivas.
En cualquiera de estos casos, y otros tantos intermedios que podamos encontrar, pervive un trasfondo de sacralización del objeto, de museo-templo , en conexión con el museo decimonónico.
LA NUEVA MUSEOLOGÍA Y EL MODELO DEL “ECOMUSEO”
A partir de los años setenta surgen nuevas tendencias museológicas, el interés, que hasta entonces se centraba en el objeto, comienza a desplazarse hacia la comunidad. Y la función del museo es ser “instrumento necesario al servicio de la sociedad”, tal como define Francisca Hernández (1998). Los nuevos modelos teóricos de museo que han ido consolidándose desde entonces se basan, como bien exponen Josep Ballart (2001), en una nueva sensibilidad que privilegia la conservación del lugar, incluso los pequeños yacimientos. Los testimonios pertenecen a su entorno y éste los explica. La comunidad local es activa participante, y no espectadora pasiva de proyectos de museos venidos de fuera . En este sentido, el paradigma ha sido el Ecomuseo , modelo de museo comunitario, en un territorio concreto, con la participación de sus habitantes, y que fueron concebidos a principios de los setenta por Varine-Bohan y Henri Riviére en Francia, y casi simultáneamente surge el concepto de “museo integral” en Latinoamérica, extendiéndose este concepto también a África.
De este modo, el concepto patrimonio, va más allá de los objetos musealizados. Esta desmitificación del objeto museable, implica que de su antiguo valor artístico, arqueológico, etc., pasemos a su valoración como documento, como reflejo de una sociedad.
A pesar de que el Ecomuseo, pueda tener treinta años desde su definición, hoy por hoy parece seguir siendo una utopía. Sus contados buenos ejemplos contrastan con la mala utilización del término que se aplica con poco rigor y a cualquier cosa. Podemos decir que las aplicaciones prácticas de la “Nueva Museología” han sido más bien escasas, por su complejidad, interdisciplinariedad, su carga crítica y su intención comunitaria.
Artesano en el Museo de Aire Libre de Suiza
Museo al Aire Libre de Suiza
Sin lugar a dudas, la definición de “Ecomuseo” implica la conservación del patrimonio in situ y el desarrollo local. El patrimonio humano juega un papel protagonista, las costumbres del lugar son elemento fundamental, ello implica a la propia comunidad en el desarrollo de sus actividades tradicionales. El legado natural y cultural que determinan la singularidad de un lugar y lo caracteriza como único, es lo que despierta el interés de los visitantes por experimentar el “museo vivo”. Este interés por el entorno cotidiano, supone la revalorización de los quehaceres y de los productos, lo que a su vez implica el desarrollo económico de los propios habitantes.
ESTRUCTURAS PARA EL USO EDUCATIVO Y CULTURAL DEL PATRIMONIO
A la hora de emprender una acción educativa y cultural del Patrimonio encontramos distintas fórmulas organizativas. Desde hace varias décadas surgieron en algunos museos departamentos de difusión y educación, la denominación varía según el lugar: departamentos pedagógicos en Alemania, sección didáctica en Italia, departamento de relaciones públicas en Inglaterra, departamentos de educación y acción cultural, departamentos de difusión, son algunas de las denominaciones en España,... Generalmente estos servicios son departamentos unimuseales, otras veces se pueden organizar mediante unos servicios pedagógicos centrales para varios museos.
También existen estructuras organizativas fuera del ámbito museístico, por ejemplo, recordamos el caso de los “Gabinetes Pedagógicos del Patrimonio” en la Comunidad Autómona de Andalucía. Otras fórmulas alternativas al museo surgen de grupos independientes a esta institución, organizan exposiciones de carácter itinerante y didáctico, talleres, visitas culturales y otras experiencias, que giran en torno a una "pedagogía sociocultural" (Heinje, S., 1985). Por mencionar un ejemplo “El Museo en Maleta” de Nüremberg en Alemania. En esta línea se incluyen numerosos ejemplos en nuestro entorno, y en toda Europa, de centros de profesores, asociaciones y grupos independientes, que conscientes de la necesidad de vitalizar la vinculación social del patrimonio, proponen acciones educativas diversas.
Algunos museos han sabido entender la necesidad de abrirse a la sociedad, para ello han desarrollado propuestas de museos móviles, como fue “la guagua de los trajes tradicionales” de Museo Casa de Carta en Tenerife, citar otros ejemplos, como "la cebra sobre ruedas" del Museo de Botswana en África. Con el mismo objetivo algunos museos realizan exposiciones itinerantes, otros organizan acciones externas a modo de excursiones.
Estas fórmulas itinerantes se han demostrado como las vías que puede gozar de mayor autonomía, fuera del consumismo cultural de los "museos descomunales", que el prestigioso museólogo Kenneth Hudson (1989) se atrevió a llamar "Un museo innecesario".
EL TURISMO CULTURAL Y EL PATRIMONIO DISPERSO
Estamos asistiendo a una creciente oferta cultural y turística donde cada vez son más las redes que se están tejiendo con el fin de estructurar este ámbito, que hasta el momento se encontraba poco organizado. Podemos observar ofertas que se articulan a través de itinerarios temáticos: “Vía de la plata”, “Red de juderías”, junto a los ya tradicionales como el “Camino de Santiago”,... unas propuestas más ligadas a ciudades culturales y otras más relacionadas con el turismo rural.
Desde la administración española parece que se está apostando por el turismo cultural, con el ánimo de poner en valor un patrimonio histórico-artístico de extremada riqueza, a través del “Plan de Impulso al Turismo Cultural e idiomático” (Aprobada en julio del 2001 y publicada por Turespaña, 2002).
Pero si ya en el territorio Peninsular la tradicional imagen de destino de sol y playa es un “handicap” a la hora de desarrollar el Turismo Cultural, mucho más lo es en las Islas Canarias. Precisamente, son las comunidades del norte e interior, que en décadas pasadas apenas cobraban interés para el visitante, las que han desarrollado más su oferta de turismo alternativo, promocionando su oferta natural y cultural, fuera del turismo de masas, como podría ser el caso de la Comunidad de Castilla-La Mancha. En el caso de la Comunidad Canaria, poco a poco se ha ampliado el mercado hacia el turismo rural, el ecoturismo, pero aún la oferta cultural es insuficiente y se demanda una adecuada articulación, que ha de atender a las particularidades de nuestras islas.
Urge aunar esfuerzos en crear mecanismos de dinamización del patrimonio basándose en a su valor educativo y su función social. En este sentido se requiere aunar la diversidad de ofertas y articular estructuras que permitan actuaciones integrales y coherentes, que permitan la comprensión de la diversidad de recursos patrimoniales existentes. Sólo el conocimiento contextualizado y realista del patrimonio, sin adornos ni decorados, da sentido a la necesidad de conservación de las señas de identidad de un pueblo, fuera de los modelos especulativos al uso, que desconocen el verdadero sentido de la Gestión del Patrimonio o simplemente tienen otros intereses.
Tanto el habitante como el turismo que nos visita, reclama ofertas originales y atractivas, que muestren lo que nos es propio, diferente. Nos preguntamos: ¿Es necesario construir un edificio al lado de un parque natural o arqueológico para atraer a los visitantes? ¿Musealizar el patrimonio permite darlo a conocer (o destruirlo)?... ¿Es imposible la difusión del patrimonio disperso?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ballart Hernández, Josep y Juan i Tresserras, Jordi (2001): "Gestión del patrimonio cultural", Barcelona, Ariel, pp. 76-79.
Batista Pérez, Mª Victoria (1997): “Hacia una metodología en la educación y acción cultural de museos” y “Un museo accesible a todos, un museo para todos", Simpromi, S/C de Tenerife.
Heinje, S. (1985): "Museumspädagogik und städtische Kulturarbeit", Museumspädagogik. Bildungsstätte für Museumspersonal, Köln, Rheinlan-Verlag GmbH, pp. 82 y 83.
Hernández Hernández, Francisca (1998): "Manual de Museología", Madrid, Editorial Síntesis, pp. 74-77.
Hudson, Kenneth (1989): "Un museo innecesario", Museum , nº 162, París, UNESCO, pp. 114-116.
Mc Michel, Donald (1990): “La educación social, los museos del Pacífico y el cambio de actitud”, Museum, nº 165, vol..XLII, París, UNESCO,1990, pp.31.
Morán Turina, Miguel J. (1987): "El concepto de Museo. La función del museo en las diferentes épocas, hasta los años 40 del siglo XX", (primer curso de Museos, Santiago de Compostela, 11 -14 jun. 1986), Museo y Sociedad, Anabad estudios, pp. 19-51.